"Mi hijo estudia cuatro o cinco horas diarias adquiriendo unos conocimientos y después por la dislexia le suspenden. Tiene la autoestima por los suelos, está desmotivado, rallando la depresión con 8 años", dice Francisco padre de Diego un chico con dislexia, una dificultad en el aprendizaje de la lectura y escritura, que como señala junto a su mujer María Jesús se convierte en un gran problema en la vida del niño y familiar. El chico no tiene problema para aprender y explicar lo estudiado pero sí para entender los textos, y expresarse mediante la escritura. Piden en esta situación, que las instituciones públicas establezcan las pautas para actuar ante la dislexia en la escuela. "Quiero que en el desarrollo de la Ley Orgánica de Educación se concrete la dislexia y dar a las personas con dislexia las herramientas necesarias", indica María Jesús.
Según señala, a Diego se le determinó la dislexia en el colegio bilingüe en el que estudiaba a los cuatro años, que tuvo que dejar por el nivel que exigía. Ya en la nueva escuela comenta que en segundo de primaria la profesora detecta carencias en el aprendizaje de Diego. María Jesús lleva los informes realizados en su anterior centro, aunque la maestra le dice que se debe a la inmadurez del niño. Así, los padres piden una valoración psico-pedagógica del centro. Asimismo, al finalizar el curso les comunican que Diego debe repetir curso. "Cuando estaba diagnosticado que es dislexia, y teniendo en cuenta que se había determinado un coeficiente intelectual de 109", señala su padre Francisco. Aún así, Diego pasa de curso, y le suspenden las asignaturas de valenciano y lenguaje aunque el chico sólo falla en los dictados.Ya en cuarto, tras insistir y "pasar con lagunas", dice María Jesús, acudieron a la Consellería de Educación, para exigir el estudio, que finalmente le fue realizado a petición de una inspectora.
Los padres están en desacuerdo con lo especificado en el informe. Aún así, como señala la madre de Diego "este año me puedo sentir satisfecha de que las profesoras se han sensibilizado". "Este año he conseguido por la buena voluntad de la tutora y la profesora de inglés alguna pauta como darle más tiempo para los exámenes, le ponen menos deberes y que haga la recuperación oral". El presidente de la Asociación Valenciana para la Dislexia y Otros Problemas de Aprendizaje (Avadis), Manuel Escorial, señala que es necesario que se haga visible y se normalice la dislexia.
Asegura que la primera medida debe ser que la LOE regule cómo actuar ante la dislexia para "no tener que estar dependiendo de la buena voluntad del profesor". "Hay miedo por etiquetar al niño como disléxico, y preferimos esa etiqueta a que digan que son vagos, para poder aplicar unas herramientas de ayuda", señala, denunciando que en ocasiones se habla del niño disléxico como vago o inmaduro por la desinformación.
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2/01/2009