Cuando el objetivo es vivir merece la pena empezar de nuevo. Igor Polianov inició el mayor viaje de su vida cuando llegó desde Ucrania hasta España para trabajar. Víctima de un cáncer implacable, los médicos le extirparon la laringe con sólo 43 años. La intervención dejó un hombre doblemente incomunicado: desconocía el español y era incapaz de emitir ni un solo sonido. Los médicos se pusieron en contacto con Pedro Simón, presidente de la asociación de Granada de Limitados de la Voz, y le pidieron un milagro: que Igor fuera capaz de hablar. La asociación se puso manos a la obra.
“En dos meses le convencimos de que tenía que apostar por sus capacidades y tres años después puede comunicarse con facilidad”, explica Simón durante una de las clases diarias que celebra el colectivo en la sede de la Asociación contra el Cáncer para aprender a hablar, mientras Igor, delante, repite la palabra “a-gua” al igual que el resto de los miembros del curso.
Rozando lo imposible, la asociación de laringectomizados de la provincia ha logrado que cientos de hombres y mujeres que han visto asomar el final del túnel tras un cáncer avanzado, puedan volver a expresarse con palabras. La entidad nació en 1989 y actualmente cuenta con 384 socios en toda la provincia, todos ellos laringectomizados, es decir, hombres y mujeres que han perdido el habla, el gusto y el olfato tras haberles sido extirpada la laringe.
Para ellos, su única posibilidad de comunicarse es transformar el sonido del esófago en palabras a través una tarea similar a la de un niño que aprende a hablar. Costosa pero posible. Tres o cuatro veces por semana decenas de enfermos se reúnen en las seis diferentes escuelas que el colectivo mantiene en toda la provincia para trabajar el habla a través de cursos de logopedia y foniatría, bajo la supervisión de un profesional. “Cuando a mí me operaron en 1993 tenía ganas de morirme, no sabía que podía volver a hablar”, recuerda Pedro Simón al abundar sobre su propia experiencia.
“Me comunicaba a través de una libretita, porque no sabía que podía hablar hasta que un día un hombre se me acercó por la calle”, comenta. “Al reconocer el pañuelo blanco alrededor del cuello, supo que yo estaba operado y me habló de la asociación. Él también había sido intervenido porque llevaba una medallita para ocultar el estoma, sólo que podía hablar”, continúa.
El hombre al que se refiere Simón era el anterior presidente de la asociación, que convenció al que hoy es su sucesor a que probara una clase que el colectivo organizaba por entonces en la sede de Cruz Roja. “En tres años aprendí a hablar, me hice monitor y ahora me encargo de este grupo”. Volver a comunicarse.
Actualmente, el colectivo residente en Granada se reúne todas las mañanas en la sede de la Asociación contra el Cáncer, donde cuenta con dos aulas para impartir las clases de pronunciación. Allí es donde estudia Igor, junto a otros doce laringectomizados a volver a comunicarse. Los profesores son los propios enfermos que cuentan con más experiencia y han aprendido a pronunciar.
Es el caso de Francisco Hernández, operado hace tres años, que esta vez conduce la clase al pronunciar las palabras para que sus compañeros las repitan. Al lado del alumno ucraniano se sienta Cándida, intervenida hace siete meses y aún incapaz de emitir ningún sonido. Manuel Baena Sánchez se sienta al frente de la mesa y sonríe mientras observa la clase.
A sus 83 años, Manuel es el miembro más antiguo de la asociación y un ejemplo de fortaleza. Fue operado hace veinte y desde hace tiempo es uno de los monitores del grupo, aunque ahora prefiere dar el relevo a enfermos más jóvenes. El único no laringectomizado en el aula es Juan Alberto Redondo Lara, logopeda en prácticas de la Universidad de Granada, que trabaja con el grupo de la Asociación contra el Cáncer desde hace unas semanas.
Entre el resto de los alumnos corrige la pronunciación de las sílabas y da el relevo a Francisco Fernández, cuando comienza a repetir palabras para que los ‘estudiantes’ repitan una y otra vez. “Tenemos que agradecer a la UGR su ayuda al permitir que los alumnos en prácticas vengan a enseñarnos a hablar”, señala Simón, que no obstante, reclama más logopedas. “Necesitamos más profesionales, hemos pedido a la Consejería de Salud ayuda en este sentido, pero no hemos recibido ninguna respuesta”, añade.
Agua y práctica. Sobre la mesa de reunión, los alumnos apoyan botellas de agua para refrescar la garganta y dar una tregua al esófago en pleno esfuerzo. Formada íntegramente por voluntarios, la asociación de Granada de Limitados de la Voz cuenta con siete escuelas repartidas por la provincia. Además de la que se encuentra en la capital, la logopedia se realiza en Baza, Almuñécar, Motril, Loja, Guadix y Huércal-Overa (Almería).
Con más de veinte años de trayectoria y después de haber pasado por las dependencias de Cruz Roja y la Asociación contra el Cáncer, el colectivo tiene previsto ocupar un espacio en el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, muy próximo al hospital Clínico.
El cáncer de laringe es más frecuente en hombres que en mujeres, especialmente en la franja de entre los 60 y 70 años de edad. Existen factores de riesgo, como el antecedente de consumo de tabaco o alcohol, cuya combinación se ha demostrado aumenta las posibilidades de padecer este cáncer, o trabajadores expuestos a sustancias que pueden ser tóxicas como pinturas, metales, plásticos o combustibles.
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5/12/2008