Mario tiene seis años y es uno de los noventa alumnos que cursa primero de Educación Primaria en un colegio concertado de la Comunidad de Madrid. Aunque las clases no comienzan hasta las nueve, su jornada arranca dos horas y media antes: desayuna en las instalaciones del centro y utiliza la ruta escolar, tanto a la ida como al regreso del cole.

Al llegar a casa, tras casi doce horas en la escuela, el pequeño Mario tampoco ve a sus padres, que delegan en una tercera persona para ocuparse del niño. Desayuna, come y merienda en el colegio. Invierte su tiempo de ocio en ver la televisión, navegar por internet y jugar a la consola, actividades que puede desarrollar en solitario, sin salir apenas de su habitación forrada de pósters.

En una sociedad en la que celebrar el Día Mundial de la Infancia supone una reflexión sobre los niños más desfavorecidos, el caso de Mario convierte lo habitual en lógico, sin que apenas nadie se pare a valorar la calidad de vida de nuestros menores.

La escolarización de los niños españoles es universal. En total, casi siete millones y medio de escolares acuden a las aulas no universitarias en centros públicos, privados y concertados. Más de cuatro millones de ellos cursan enseñanzas de Infantil y Primaria, las que corresponden a la edad propiamente infantil.

Solo en casa

¿Cómo es la vida cotidiana de estos chicos? La Encuesta de Infancia en España 2008, realizada por la Fundación SM, la Universidad Pontificia Comillas (ICAI-ICADE) y el Movimiento Junior de Acción Católica, revela que el 27 % de los niños de entre 6 y 14 años (alrededor de un millón) aseguran sentirse solos en su casa al volver del colegio.



Además, 300.000 de ellos pasan la tarde de los días laborables absolutamente solos en el hogar y 70.000 suelen cenar sin la compañía de los padres de lunes a viernes. Asimismo, 350.000 piensan que tanto su padre como su madre trabajan demasiado y, por esa razón, están poco con ellos.



En el informe aparecen 15.000 niños y preadolescentes (12-14 años) que confiesan estar en una situación de incomunicación extrema con sus progenitores. Probablemente, estas situaciones provocan que 580.000 niños vean la tele todos los días durante toda la tarde.

El consuelo del móvil

Las conclusiones del estudio arrojan el dato de que el móvil es el medio utilizado para paliar la incomunicación hasta el extremo de que el 47% de los chicos de edades comprendidas entre 6 y11 años disponen de teléfono celular. En el caso de los preadolescentes, el porcentaje llega hasta el 82%.

Acerca de la felicidad de los españoles más jóvenes, los que viven en el campo son más felices que los que habitan en las grandes urbes. Y los de clase baja, de origen inmigrante o de familias rotas tienen más riesgo de sentir soledad, aislamiento o incomunicación con sus padres y de sufrir violencia en el colegio. Los inmigrantes se sienten más solos en las aulas y se les maltrata más, aunque ellos son menos violentos, siempre según el estudio.

Las concusiones referidas a la violencia indican que la agresión directa en los colegios no es relevante, aunque un 4% de los de 6 a 11 años y un 1,35% de los preadolescentes dicen sufrirla sistemáticamente.

Además, hay otros 25.000 de entre 6 y 11 años que aseguran no tener ningún amigo en el colegio y 360.000 confiesan que se sienten solos en la escuela.

La mayoría niega que sus padres les insulten o les peguen con frecuencia pero la investigación indica que eso sí ocurre en el caso de 175.000 niños y 140.000 preadolescentes.

La situación también varía dependiendo del tipo de familia, las creencias y las aficiones. Casi la mitad de los encuestados pertenecen a hogares formados por cuatro miembros; un 12% vive con uno de sus progenitores, generalmente la madre, y el 75% visita a sus abuelos con frecuencia. Sobre creencias, ocho de cada diez se confiesan cristianos y las niñas se muestran más religiosas.

http://www.abc.es
27/11/2008