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El riesgo de sufrir un ataque cerebral no puede eliminarse por completo. Sin embargo, se puede disminuir la probabilidad de padecerlo si se respetan ciertas medidas preventivas, como las que se indican a continuación.
Se recomienda un control clínico periódico, así como un permanente control de la presión arterial y del nivel de azúcar en sangre. Dejar definitivamente el hábito de fumar, realizar dieta y actividad física bajo supervisión médica.
En caso de presentar síntomas de ACV o de afección cardíaca, se debe concurrir de inmediato al centro asistencial más cercano que cuente con los recursos adecuados. Esta atención médica sin demoras disminuye las secuelas y la mortalidad ocasionadas por la enfermedad.
Las lesiones que produce en el cerebro un ACV pueden afectar cualquiera de las habilidades, funciones y sentidos de las personas, ya que el cerebro es el que comanda cómo nos movemos, cómo nos sentimos, cómo pensamos y cómo nos comportamos. Entre las secuelas más comunes se encuentra la hemiparesia o hemiplejia, que es la debilidad o parálisis, respectivamente, de un lado del cuerpo.
Otras secuelas son la afasia (dificultades en el habla) o disfagia (dificultad para tragar), disminución del campo visual, problemas de percepción visual, pérdida del control de las emociones y sensibles cambios de humor.
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20/11/2008