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Mira quién habla: la clave es repetir.

Estudio muestra que los cerebros de niños recién nacidos responden más a palabras que presentan ciertos patrones de sencillas réplicas.

Mamá” y “Papá” no son las primeras palabras que un bebé pronuncia porque reconozca a sus progenitores. La poco romántica razón es que, según revela un nuevo estudio, el cerebro humano parece estar “alambrado” para reconocer algunos patrones repetitivos.

Utilizando modernas técnicas de recuperación en vivo de imágenes cerebrales, Judit Gervain, fellow postdoctoral de la Universidad de British Columbia, junto con científicos de Italia y Chile, documentó el modo en que respondían los cerebritos de 22 bebés de dos a tres días de nacidos cuando se les expuso a grabaciones de palabras inventadas.

El estudio, realizado primero en la Escuela Internacional de Estudios Avanzados, en Italia, y luego replicado en el Hospital de Mujeres de British Columbia, captó la dinámica de los pequeños cerebros durante los experimentos y encontró que no son, como pudiera pensarse, una hoja en blanco en materia de reconocimiento del lenguaje.

Algunas teorías sobre la construcción de la identidad sostienen que los cerebros de los bebés son repositorios difusos en los que se va estableciendo estructura a medida que aprenden.

“Pero descubrimos que no es así”, dijo Gervain. En realidad los sistemas sensoriales de los recién nacidos parecen estar organizados de modo que son capaces de detectar patrones repetidos, tanto auditivos como visuales.

Según la institución, los investigadores siguieron una práctica común y para evitar sesgos combinaron palabras inventadas que terminaban en sílabas repetidas (por ejemplo, “mubaba” y “penana”) con palabras que no tenían sílabas repetidas (por ejemplo, “mubage” y “penaku”).

Encontraron que cuando se reproducían las palabras que tenían sílabas repetidas al final, aumentaba la concentración de oxígeno en las áreas temporal y frontal izquierda de los jóvenes cerebros; es decir, se activaban precisamente las áreas que controlan el lenguaje en los cerebros adultos.

Curiosamente, las palabras con sílabas repetidas pero no adjuntas (por ejemplo, “bamuba” o “napena”) no despertaban en los cerebros respuestas diferentes.

En general, a los seres vivos les conviene ser capaces de captar sonidos o imágenes que presentan patrones no aleatorios, como una forma de detectar a posibles depredadores. Captar lo diferente tiene valor de supervivencia.

La investigadora cree que en humanos el idioma utiliza esta habilidad, aprovechando la capacidad de los bebés para interpretar esos patrones con rapidez y dando significado a las primeras palabras de los infantes.

“Probablemente no sea coincidencia que muchos idiomas alrededor del mundo tengan sílabas repetidas en sus ‘palabras de bebés’”, dijo Gervain: los bebés italianos dicen “papa” y en húngaro, abuelo se dice “tata”.

“Los bebés aprenden con rapidez y eficiencia los idiomas, y tienen que empezar muy pronto, posiblemente desde inmediatamente después de nacer. Lo que queríamos era averiguar cómo empiezan a procesar el idioma a una edad tan tierna”, dijo.

Los científicos han estudiado el modo en que niños mayores y adultos adquieren estructuras gramaticales. Este es uno de los primeros estudios en bebés recién nacidos que explora su capacidad innata de descifrar patrones estructurales en el lenguaje.

“El centro del lenguaje de la mayoría de los adultos diestros se localiza en el lado izquierdo del cerebro”, dijo Gervain, del Centro de Estudios en Bebés del Departamento de Psicología. “Esto es consistente con nuestro hallazgo con bebés recién nacidos y apoya nuestra idea de que los humanos nacemos con capacidades que nos permiten percibir y aprender nuestra lengua madre de modo sistemático y eficiente”.

Agregó que “las áreas cerebrales responsables del idioma en un adulto no ‘aprenden’ cómo procesar el idioma durante el desarrollo, sino que más bien están especializadas –al menos en parte– a procesar el idioma desde el principio”.

En todo caso, dijo, la sorpresa del estudio fue que “las estructuras responsables del lenguaje en el cerebro adulto maduro son las mismas estructuras responsables del lenguaje al nacer”.

Según la investigadora, no sería accidental que padres y madres de todo el mundo enseñen a sus pequeños con palabras que incluyen sílabas repetitivas y contiguas. Estos patrones dicen al cerebro infantil que se está pronunciando algo importante, que hay un “foco de atención” para que los bebés se concentren.

El estudio apareció en la edición temprana de los Proceedings of the National Academy of Sciences.



Aprendizaje temprano



Otra conclusión de los expertos fue que los niños aprenden mucho antes de lo que suele pensarse. “El proceso de aprendizaje en realidad empieza desde el primer día, o tal vez incluso antes, en el útero”, dijo Gervain.

Los padres recurren a la repetición para alentar a sus hijos a retener las palabras, a aprender el lenguaje con más facilidad.

El estudio también podría ofrecer una explicación plausible a por qué los cerebros de los bebés y los niños son mejores para aprender idiomas que los adultos: porque las palabras y estructuras repetidas hacen que su cerebro trabaje más.

“Un bebé, que en realidad no sabe nada sobre el mundo, y que no recibe ninguna enseñanza explícita, capta el idioma en dos, tres años”, dijo la científica.

Pero también señaló que dar significado a las palabras es harina de otro costal. “Nuestros resultados muestran que estos sonidos o estas formas son fáciles de aprender”, dijo Gervain. “Asociar un significado a ellos es otro paso”.



www.milenio.com
14/09/2008

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