La motivación es un proceso interno y depende de la curiosidad y el interés que tenga la persona en el objeto de su atención. Especialistas destacan el papel de los padres y familiares de cada menor en el proceso de aprendizaje.
"Para motivar a un niño hay que usar cosas que le interesen y le creen expectativas. Los padres y cuidadores del niño son fundamentales en este proceso", afirma Lucía Godoy, psicóloga de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello. Afirma que es vital proporcionar al niño desde pequeño, un ambiente que le resulte agradable, fomentando la creatividad, las buenas ideas y la iniciativa personal.
Una vez que el niño manifiesta sus propias inquietudes, debe ser incluido en la toma de decisiones proporcionales a su edad y rol en el grupo. "Por ejemplo, si un niño de cuatro años aprende a rellenar una figura con papel de colores, es pertinente que él decida sus colores de agrado para rellenar o pintar otras figuras", ejemplifica Lucía Godoy.
Reforzamiento
Otro aspecto relevante es la retroalimentación de la labor realizada. Si el niño recibe un refuerzo positivo, ya sea en la forma de alabanza, o manifestación de alegría de la madre o a través de la risa, intentará realizar nuevamente la actividad, perfeccionándola. Si por el contrario, el menor recibe críticas o reproches, no se arriesgará a un segundo intento, eliminando la conducta en la cual estaba explorando.
La especialista de la Universidad Andrés Bello sugiere a los padres realizar las tareas o desafíos planteados a sus hijos antes de entregarles el trabajo a los niños. Así estará en condiciones de responder sus consultas y determinar dónde necesitan ayuda.
"Se debe ser amable y tener paciencia. Sonreírles y animarlos participar, permitiéndoles explorar libremente mientras investigan. Ellos se imaginarán todo tipo de soluciones interesantes y aprenderán de sus errores", destaca la psicóloga
La segunda
2/09/2007