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El diagnóstico del Alzheimer se queda obsoleto

Los criterios que se utilizan para diagnosticar la demencia tipo Alzheimer deberían renovarse, según una revisión en 'The Lancet Neurology'. Los autores sugieren que se consideren también algunos de los avances en el conocimiento de la enfermedad, como cambios cerebrales que aparecen en las pruebas de imagen o biomarcadores, que permitirían la detección precoz de la enfermedad.

Las ventajas de un diagnóstico más fino son claras, pues "permitiría el diagnóstico cuando los síntomas aparecen por primera vez, antes del estallido de la demencia, avalando la intervención precoz en la fase prodrómica [los síntomas que preceden a la enfermedad]", explica el artículo, publicado en la edición 'on line' de la revista. Una detección temprana del Alzheimer permitiría emplear las terapias modificadoras de la enfermedad (actualmente en desarrollo) antes de que ocasione sus imparables daños en el cerebro.

Hoy en día, la confirmación de Alzheimer se basa los criterios establecidos a mediados de los años 80, cuando poco se sabía sobre la enfermedad. Inicialmente se identifica que el paciente sufre alguna demencia y, basándose en sus características clínicas, se especifica su causa (es decir, si es Alzheimer o alguna otra demencia).

Pero en las últimas dos décadas, "la elucidación de las bases biológicas del Alzheimer ha avanzado mucho, permitiendo una comprensión sin precedentes de la evolución de la enfermedad", escriben los autores del nuevo artículo, un grupo de trabajo internacional compuesto que llevan dos años trabajando en el tema.

DOS AÑOS DE TRABAJO

Todo empezó en un congreso internacional, cuando los neurólogos Bruno Dubois y Philip Scheltens invitaron a 15 expertos de todo el mundo preocupados por una importante deficiencia: "Todavía hace falta una definición más refinada del Alzheimer para identificar la enfermedad en sus etapas iniciales".

De aquella reunión salió un borrador que se ha ido perfeccionando durante este tiempo, a base de correspondencias y nuevas incorporaciones. Ahora se publican las conclusiones. "Dubois y sus colegas sugieren el empleo de pruebas genéticas, imagen molecular y biomarcadores para mejorar la especificidad del diagnóstico, reconociendo que los criterios actuales a menudo fallan en distinguir el Alzheimer de otros males con síntomas semejantes, como la demencia frontotemporal", explica el autor del comentario que acompaña a la revisión, el neurólogo Norman L. Foster.

La base del diagnóstico sigue siendo los síntomas clínicos. La voz de alarma serán los problemas episódicos de memoria, un primer signo que se basará en cambios graduales en la memoria durante más de seis meses (ya sean identificados por el propio afectado o por un allegado), fallos en tests específicos de memoria o, en tercer lugar, otros cambios cognitivos, como menor fluidez verbal o dificultad para reconocer caras y objetos.

"Más allá de este criterio central, hace falta la presencia de al menos una huella biológica de la enfermedad para establecer un diagnóstico positivo", explican los autores. A saber: que la resonancia magnética muestre atrofia en una zona cerebral (lóbulo temporal medial), unos niveles anómalos en el fluido cerebroespinal de dos proteínas asociadas a la demencia (la beta amiloide, que forma las placas seniles, o la tau, presente en la maraña de fibras nerviosas del cerebro con Alzheimer), cambios moleculares en pruebas de neuroimagen (como una reducción del metabolismo de la glucosa en un PET) o ciertas mutaciones genéticas (confirmadas en el afectado o en sus familiares cercanos).

ALGUNAS MEJORAS

Dubois y sus colegas reconocen que estos nuevos criterios requieren una validación y que plantean problemas técnicos, a la hora de generalizar esta tecnología. Foster, que considera que se trata de un "planteamiento atractivo", también insiste en la necesidad de mejorar esta propuesta.

"La propuesta debería considerarse un marco para una discusión futura. Como está construido actualmente, sería imposible de llevar a la práctica", explica este especialista, neurólogo de la Universidad de Utah (EEUU). "Estos criterios no están listos para su uso clínico. De todos modos, este nuevo enfoque debería adoptarse rápidamente tras su estandarización y validación", concluye.

El mundo
3/07/2007

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