El estrés cotidiano a diferencia del vital, que se produce por situaciones estresantes intensas (la muerte de un familiar o un divorcio), y por tanto tiene un fin, se caracteriza por la sucesión de pequeños inconvenientes que se presentan continuamente (atasco de tráfico, discusiones con la pareja que no ayuda en las tareas domésticas, berrinches del niño) y que hacen que nos activemos física y psicológicamente muchas veces al día, al mes y al año, por lo que su efecto es más devastador que el vital, explica la profesora de Psicología de la Universidad de Granada, María Isabel Peralta quien, junto a su compañera Humbelina Robles Ortega, ha escrito el libro ‘Programa para el control del estrés’.
El estrés tiene numerosas consecuencias. En primer lugar, físicamente y en el ámbito cardiovascular aceleración del ritmo cardíaco pudiendo llegar incluso al infarto, enumera Peralta; úlceras de estómago o daños en el sistema inmunológico que hacen que las personas estresadas sean más proclives a resfriarse, sufrir una gripe o, incluso, a la aparición de un herpes. Dermatológicamente, también pueden aparecer problemas como la alopecia o la psoriasis; perder el apetito sexual debido a una disminución de las hormonas o sufrir contracturas por la tensión acumulada en los músculos.
En el apartado psicológico, y según la profesora, un estrés prolongado produce un incremento en el nivel de cortisol, lo que a nivel cerebral afecta al hipocampo, dando lugar a trastornos en la memoria. También a estados de ánimo como la ansiedad, la ira, la hostilidad o depresión. Además la llegada de la primavera y también del otoño, apunta Peralta, pueden incidir en la aparición del estrés, ya que afectan los cambios bruscos de temperatura o las horas de luz que estimulan diferentes neurotransmisores.
Algunas de las pautas recogidas en el libro “Programa de control del estrés” para prevenir y afrontar el estrés son:
- Técnicas de desactivación, es decir, encaminadas a disminuir el nivel de activación cuando estamos sometidos a situaciones de estrés, aclara Peralta. Así, se trata de técnicas como la respiración abdominal, de forma pausada y profunda, o la imaginación temática.
- Control del pensamiento para la mejora de relaciones interpersonales, es decir, se trata de controlar los pensamientos negativos ante determinadas situaciones.
- Métodos de administración del tiempo. Tan sencillo como eliminar de la agenda todo aquello que no da tiempo de hacer.
- Técnicas para modificar características de la personalidad que relacionan el estrés con la enfermedad.
- Estrategias para afrontar los problemas con buen humor. Y es que muchos estudios demuestran que el buen humor y optimismo tiene un efecto amortiguador del estrés, disminuyendo por tanto los efectos devastadores de éste, finaliza María Isabel Peralta.
Granada digital
4/04/2007