El artículo, que publica Biologist, también expone que la televisión afecta al desarrollo cerebral al no proporcionar la estimulación necesaria para el pensamiento analítico (como sí que consigue la lectura) y provoca una ralentización del metabolismo mayor que la que proporciona sólo el reposo. Todos estos efectos, advierte, son más graves en los niños, y cabe recordar que en España el consumo medio televisivo en población infanto juvenil es de dos horas y media diarias.
Que el abuso de televisión favorece la obesidad y sus comorbilidades como diabetes tipo 2 e hipercolesterolemia es de sobra conocido ya que esta distracción resta tiempo para actividades al aire libre.
El informe recuerda además que la luz que emiten las pantallas de televisión se asocia a una reducción en la segregación de la hormona melatonina, lo que se asocia a un debilitamiento del sistema inmune, trastornos del sueño y pubertad precoz. También, afirma, provoca cambios en el ADN celular, que podrían favorecer la aparición de cáncer.
Asimismo, podría ser un factor de riesgo de autismo, como consecuencia del aislamiento social que propicia.
Biologist/Volume 54, number 1; Feb. 2007
2/03/2007