La capacidad de formar recuerdos depende de una red de estructuras en el cerebro y ésas se desarrollan en tiempos diferentes.
Los adultos rara vez pueden recordar algo anterior a su época preescolar, pero los infantes más pequeños ya están formando recuerdos. Sin embargo, los bebés también olvidan.
De hecho, la tasa de olvido en bebés es aún más rápida que en adultos, dijo Patricia J. Bauer, de la Universidad Duke, en la reunión anual de la Asociación stadounidense por el Avance de la Ciencia.
Bauer fue parte de un panel que analizó la "amnesia de los infantes", la intrigante incapacidad de las personas de recordar hechos del inicio de sus vidas.
Desde hace tiempo los investigadores han conjeturado que los cerebros de los bebés carecían de la capacidad de formar recuerdos, pero Bauer dice que nuevos estudios indican que no es así.
Aunque el desarrollo de la memoria varía entre los infantes, todos los bebés son extremadamente inteligentes, dijo Lisa M. Oakes, de la Universidad de California en Davis. "La tarea que tienen ante sí es abrumadora".
Los infantes tienen una gran capacidad para extraer información de su ambiente, dijo Oakes.
La capacidad de formar recuerdos depende de una red de estructuras en el cerebro y ésas se desarrollan en tiempos diferentes, señaló Bauer. Al unirse dichas estructuras entre los seis y los 18 meses de vida, los investigadores ven un incremento en la capacidad para formar recuerdos a corto y largo plazo, añadió.
Desde los seis meses hasta los dos años de edad, la memoria aumenta de aproximadamente 24 horas hasta un año, dijo.
Pero, tras hacer notar que los niños, al igual que los adultos, olvidan, Bauer comparó los cerebros de los infantes y los adultos con coladores usados para drenar comida. El colador adulto tiene agujeros más pequeños, mientras que el infantil tiene hoyos mayores, lo que permite que escape más información.
Los recuerdos más antiguos de los adultos tienden a ser acontecimientos emocionales en su niñez, negativos o positivos, dijo.
"Nuestras vidas dependen completamente de nuestra capacidad para recordar el pasado", dijo Bauer, y eso madura durante los primeros dos años de vida.
En el estudio se mostró a los infantes objetos como tazas y bloques. En una prueba se le enseñaron dos tazas a un bebé, se colocaba un bloque dentro de una de las tazas y la otra se colocaba invertida encima de la primera. Luego se sacudía todo para hacer ruido.
Eso es algo que los niños no hacen instintivamente, pero una vez que lo ven, lo pueden copiar, y los investigadores pueden ver por cuanto tiempo recuerdan si se les dan los mismos objetos.
AP
22/02/2007