Cualquier enfermedad que esté bien caracterizada se define por unos síntomas, unas lesiones y una causa. La enfermedad de Alzheimer (Alois Alzheimer, 1906) consiste en la aparición de una triple sintomatología: demencia o pérdida de las facultades mentales, trastornos de la conducta, personalidad y estado de ánimo y, además, incapacidad progresiva para realizar las actividades de cada día lo que origina una dependencia que llega a ser total en las fases avanzadas del proceso.
Fuente: www.medicinainformacion.com
El pasado otoño recibí un cuestionario elaborado por el
periodista Luis Matías López, que preparaba un reportaje sobre la enfermedad de Alzheimer para el Suplemento “Domingo” del
diario El País. Lo contesté como mejor supe.
Aparece publicado en este prestigioso periódico. Felicito al autor porque narra muy bien la tragedia que esta enfermedad representa y aporta testimonios reales que ayudarán a muchas familias de estos enfermos. Le agradezco que incluya algunas de mis respuestas y que destaque en recuadro lo que le expresé sobre la importancia del diagnóstico precoz. Dado que opinaba sobre muchas más cosas que ciertamente no había espacio para exponerlas,
doy a conocer la totalidad de la entrevista.
Pregunta. Brevemente, ¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?
Respuesta. Cualquier enfermedad que esté bien caracterizada se define por unos síntomas, unas lesiones y una causa. La enfermedad de Alzheimer (Alois Alzheimer, 1906) consiste en la aparición de una triple sintomatología: demencia o pérdida de las facultades mentales, trastornos de la conducta, personalidad y estado de ánimo y, además, incapacidad progresiva para realizar las actividades de cada día lo que origina una dependencia que llega a ser total en las fases avanzadas del proceso. Las lesiones cerebrales responsables de esos fenómenos clínicos son esencialmente la pérdida de sinapsis, la muerte de neuronas y la formación de unas estructuras anormales llamadas “placas” y “ovillos” por el aspecto que ofrecen cuando se las ve al microscopio. La causa es una anomalía de una proteína llamada amiloide, más concretamente amiloide beta, que, o por formarse en exceso o por degradarse defectuosamente, se acumula y deposita en las zonas de la corteza cerebral que intervienen decisivamente en nuestra capacidad de recordar, hablar, pensar, razonar, reconocer, tener orientación, realizar actos o conservar la noción de quién es uno mismo.
P. Se oye hablar ahora muchísimo sobre el Alzheimer pero ¿Desde cuándo se conoce?
R. Mucha gente joven al día de hoy, cuando Alzheimer se escribe ya con minúscula, se usa como insulto o se banaliza en la conversación, no sabe que este nombre corresponde al apellido de un gran neuropsiquiatra alemán que, entre 1906 y 1910, estudió con detalle cinco enfermos y examinó con mimo sus cerebros. El descubrió este proceso morboso, sus síntomas y sus lesiones. Pero estos cinco enfermos tenían menos de 65 años cuando murieron. El canciller Bismark había establecido, a efectos de cobro del subsidio de vejez, que la edad senil comenzaba precisamente a los 65 años. En consecuencia, la enfermedad de Alzheimer se pensó al principio que era propiamente una demencia presenil y además muy poco frecuente. Hacia 1970, un grupo de investigadores ingleses comprobó que tanto los síntomas como las lesiones del Alzheimer eran la explicación de la mayoría de los casos de demencia en la edad senil, lo que familiarmente se llamaba “chochera de los viejos”. Así en esa época se redescubrió la enfermedad y se inició un movimiento científico, médico, social y familiar que ha adquirido las gigantescas proporciones que hoy tiene. En un mundo de longevos el Alzheimer es una plaga y, si no se conquista, alcanzará proporciones de pandemia. Por el contrario, si se le hace hincar la rodilla, un 50% de las personas mayores de 80 años conservarán su mente lúcida en su vejez. Ese es el reto que la humanidad tiene ante sí.
P. ¿Cabe tomar alguna medida que nos defienda ante esta amenaza?
R. Está demostrado que hay factores protectores frente al Alzheimer. Todo lo que es bueno para evitar un infarto de miocardio, es efectivo también para posponer el Alzheimer. Ejercitar la mente también es beneficioso. Así que hay que fomentar que los mayores lean bastante, estudien lo que puedan, participen en actividades sociales, fomenten los juegos de mesa, realicen ejercicio físico regular y cuiden su dieta ajustándola al estilo mediterráneo.
P. Se insiste mucho en el diagnóstico precoz. Si todavía el Alzheimer es incurable, ¿por qué tal reiteración?
R. Dejando aparte el problema de los síntomas prodrómicos, hay razones importantes para pretender hacer un diagnóstico de enfermedad de Alzheimer lo más precoz, temprano y seguro posibles. La primera y más clara es que los tres fármacos anti-Alzheimer que están en las farmacias, los anticolinesterásicos (donepezilo y rivastigmina) y los activadores nicotínicos (galantamina), son tanto más eficaces cuanto antes se administren. Estos medicamentos son más efectivos de lo que creen los familiares de los enfermos y algunos médicos. Aparte de mejorar los síntomas de déficit intelectual y de trastorno del comportamiento, retrasan uno o dos años la progresión de la enfermedad. Por tanto reducen gastos y descargan al cuidador. La segunda es que un diagnóstico de Alzheimer inicial ha de llevar consigo la aplicación de psicoestimulación cognitiva del enfermo en su domicilio o en un centro de día.
Los familiares van a agradecer muchísimo este diagnóstico precoz bien afianzado porque, dentro de su pena, ven aclarada su incertidumbre, van a poder informarse sobre los síntomas futuros, la manera de afrontarlos, el pronóstico y el curso de la enfermedad. Mi consejo es que, aparte de conversar debidamente con el médico, acudan a buscar esa información, formación y apoyo en una Asociación apropiada.
Los ensayos clínicos con nuevos potenciales agentes terapéuticos (hay en curso en este momento entre 30 y 60) van a realizarse especialmente sobre pacientes en fases incipientes que son los que menos amiloide beta tienen depositado en su cerebro, menos sinapsis han perdido y menos neuronas están muertas.