La magia, aparte de entretenimiento, puede servir a detectar el autismo y tratar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, ya que su base está en el engaño de la mente a través de la captación y manipulación de la atención.
Así lo defiende Susana Martínez-Conde, neurocientífica y coordinadora del encuentro "Neuromagic", en el que la ciencia y el ilusionismo se dan la mano por unos días en la Isla de San Simón, en la ría de Vigo.
En una entrevista a EFE, Martínez-Conde, directora del laboratorio de neurociencia visual del Instituto Barrow de Phoenix (Estados Unidos), explica que existe un proyecto que está en su primera fase experimental a través del cual se pretende demostrar que los trucos de magia no funcionan con las personas con autismo.
Los autistas tienen déficit de atención conjunta, que la doctora ilustra con el siguiente ejemplo: "si estoy en la calle y miro y señalo al cielo, al poco tiempo tengo un corrillo de gente a mi alrededor a vez qué pasa".
Eso es precisamente lo que hacen el ilusionista con sus trucos, "fija la atención del público en un objeto en el escenario, y si quiere que lo miren a él, mira al público y éste le devuelve la mirada. Respondemos de modo automático, pero los autistas, no", explica Martínez-Conde.
La hipótesis que pretende demostrar el experimento del Instituto Barrow es que los magos que utilizan estas claves para "engañar" con sus trucos "fallarán con las personas con autismo", lo que podría ayudar a detectar la enfermedad y a evaluar las terapias para mejorar la atención conjunta de los pacientes.
La experta también defiende la utilidad de la magia en el tratamiento de enfermedades como el Alzheimer, en las que la atención y la capacidad cognitiva se ven afectadas.
En el marco del encuentro "Neuromagic", científicos e ilusionistas han compartido maneras de "entender y optimizar la manera en que se dirige la atención" para tratar de desentrañar los mecanismos del cerebro.
Según su coordinadora, los magos "no tienen un acceso especial a los circuitos cerebrales" sino que aprovechan situaciones "cotidianas" para provocar "grandes discrepancias entre la realidad y la experiencia del espectador" que le hagan concluir que están ante hechos extraordinarios o imposibles, cuando no lo son.
Martínez-Conde aprecia paralelismos entre el ilusionismo y la publicidad e incluso la política; ámbitos en los que se usan "la distracción y, de alguna manera, el engaño".
Abunda en que "el engaño aparece a todos los niveles, incluso en los medios de comunicación", y en este punto recalca la importancia del lenguaje, ya que "en función de cómo se utilice, la percepción del observador puede variar mucho", explica.
Hace hincapié en que los magos también usan las palabras "de forma muy calculada" para implantar "falsas memorias" sobre el propio espectáculo, para que el espectador no perciba el truco y cuando lo intente reconstruir en su casa no sea capaz de hacerlo.
Por eso considera errónea la creencia de que "la vista lo es todo" pese a que el hombre es "un animal visual", puesto que más de la mitad del cerebro está dedicada al procesamiento de la información que le llega a través de los ojos.
Por medio de diferentes investigaciones se ha demostrado que el lenguaje "modula e incluso en algunos casos cambia la percepción de las imágenes" que quedan grabadas en la memoria, apunta la experta.
En la generación de los recuerdos también influye la atención, ya que "muchas veces miramos sin ver. Podemos tener la información más detallada, pero si no le prestamos atención o la dividimos con otros asuntos, no nos quedaremos con esa imagen, no llegaremos al nivel de la experiencia consciente", concluye Martínez-Conde
EFE
8/06/2011
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