Patologías malignas de cabeza y cuello: prevención y diagnóstico.



El cáncer de Cabeza y Cuello a nivel mundial representa un 4% de todos los cánceres, de los cuales alrededor de un 31% son de laringe, 25% de hipofaringe y 44% de nasofaringe, orofaringe y cavidad oral (1).Aparece con mayor frecuencia después de los 40 años de edad y en el sexo masculino. En el año de 2002 hubo 225.000 tumores en EE.UU. con 195.000 muertes vinculadas con ellos (2). Esos números demuestran categóricamente la relevancia del cáncer de Cabeza y Cuello dentro de la oncología clínica y quirúrgica y apuntan hacia la necesidad de prevención de esta enfermedad, que además de su alta incidencia, está asociada a altas tasas de mortalidad. Su sintomatología de inicio en los casos de comportamiento agresivo, fundamentalmente sarcomas, linfomas y algunos carcinomas, puede semejarse a la de un proceso inflamatorio inespecífico y provocar retrasos en el diagnóstico. Por lo dicho la prevención y diagnóstico del cáncer de Cabeza y Cuello representa un reto. En los grandes centros de tratamiento se observa que los pacientes son diagnosticados en un estadio avanzado del cáncer (es paradoxal, ya que el tumor se desarrolla en una región de fácil acceso al examen), que implica en tratamientos complejos sin finalidad curativa, pronósticos reservados y comprometimiento de calidad de vida, constituyendo un gran problema de salud pública.

Cuando pensamos en prevención de estos tumores, debemos reflexionar primeramente sobre los principales factores de riesgo como el tabaco y alcohol y en estos, asociados a otros factores como falta de higiene oral, infecciones virales, micro traumatismos físicos, deficiencia alimentar (falta de carotenos y alfa-tocoferol) y la exposición excesiva a radiación solar en los tumores malignos de labios. Identificar los sujetos expuestos a los factores de riesgo y dispensar la atención necesaria en el examen físico son las pocas armas que los profesionales de la salud disponen para diagnosticar precozmente estos tumores. Para eso es necesario que el profesional esté potencialmente preparado para identificar también los síntomas del cáncer de Cabeza y Cuello, una vez que estos sujetos son identificados como pertenecientes al “grupo de riesgo”.

Entre los síntomas destacan:

Disfonía: Es el síntoma más común del cáncer de laringe. El paciente nota cambios en la voz, o ronquera persistente y progresiva por más de tres semanas sin causa infecciosa aparente.

Adenopatías: La enfermedad se disemina con frecuencia a través de los ganglios linfáticos cercanos, de la zona del cuello. Esto provoca que los ganglios aumenten de tamaño, pudiendo apreciarse a veces un bulto o nódulo en el cuello.

Disfagia: La dificultad para deglutir es una de las quejas más comunes. El paciente puede presentar tos y atraganto al alimentarse. Puede referir sensación de bolo en la garganta.

Odinofagia: Junto con la disfagia el paciente puede relatar dolor al deglutir.

Disnea: Falta de control del flujo aéreo, ciclos respiratorios cortos con fatiga constante.

Otalgia: Dolor en el oído o alrededores.

Trismus: Dificultad o impedimento en abrir la boca.

Displasia: Lesiones en cavidad oral que no regriden en 15 o 20 días desde su aparición, pueden ser leucoplasias (lesiones blancas) o eritroplasias (lesiones rojas).

Entre otros síntomas también está el eritema, tumefacción o masa facial, sinusitis, epífora, lagrimeo, diplopía, sepsis, obstrucción nasal, rinorrea, abscesos del saco lacrimal, fiebre, epistaxis, pérdida de piezas dentarias, cefalea, proptosis o parestesia facial.

Otra arma potencialmente efectiva para la prevención del cáncer de Cabeza y Cuello es la información, concienciando a la población sobre las consecuencias a largo plazo de los comportamientos perjudiciales para la salud, a través de campañas que resalten la importancia de cambio de estilo de vida y disminución de los factores de riesgo sobretodo para los tabaquistas y etílicos.

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