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La tartamudez es una condición que si bien no tiene cura, puede tratarse hasta hacerse prácticamente imperceptible.
Jorge Garza, presidente de la Fundación Mundial de la Tartamudez, dio a conocer que el uno por ciento de la población la padece, causando un gran malestar que incluso puede afectar el crecimiento personal al punto de llegar a depresiones e intentos de suicidio.
“Hubo un tiempo en que no podía decir nada, prefería quedarme en una cueva que salir (…) Estuve considerando aprender lenguaje de señas para no hablar”, compartió.
Detalló que la tartamudez descubierta es la que causa mayor vergüenza entre quienes la padecen, pues las gesticulaciones y trabas al comunicarse son evidentes; sin embargo hay otro tipo, la encubierta, que podría pasar desapercibida para los demás, pues se basa en otros problemas menos notorios como el uso excesivo de muletillas o sustitución de palabras.
Jorge ha tenido que sobrellevar a lo largo de su vida la tartamudez descubierta, pero ahora ha aprendido a controlarla por completo a través de ejercicios intensivos de respiración y un cambio de mentalidad, por lo que invita a todas aquellas personas que necesiten apoyo y asesoría, a acercarse a su asociación.
Explicó que lo ideal es comenzar tratamiento después de los nueve años de edad, cuando el niño es consciente de que puede hacer algo para acabar con su problema y es capaz de involucrarse intensivamente para hacerlo, pero a partir de esa edad no hay un límite para quienes quieren cambiar su vida.
“Conozco personas de la tercera edad que toda la vida se les dificultó tener trabajo estable o nunca pudieron tener una pareja porque pasaron todo el tiempo intentando adaptarse a esta condición”, dijo, agregando que hace tan solo cuatro años él había incursionado en un programa que le ayudó a controlar la tartamudez, por lo que nunca es tarde para cambiar.
Multimedios
16/10/2017