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Un grupo de científicos ha descubierto una región en el cromosoma 2 con uno o más genes asociados con los desórdenes en la lectura y las dificultades de ciertas personas para pronunciar rápido pseudo-palabras o términos sin significado, como sucede con la dislexia.
Una nueva investigación publicada hoy ofrece evidencias de que la dislexia y los desórdenes en el aprendizaje tienen raíces biológicas y requieren instrucción especializada, según sus autores, un equipo científico de médicos de la Universidad de Washington, dirigido por Wendy Raskind, Ellen Wijsman y Virgina Berninger.
Los expertos advierten sin embargo de que estos hallazgos no significan que se haya descubierto 'el gen' responsable de ese mal, pues 'como con las enfermedades coronarias, un único gen no proporciona la respuesta a las causas de la dislexia', dijo Raskind.
'Tras algo hereditario podría haber múltiples genes, quizás cientos', según Raskind, para quien 'cuando se miran las características de alguien, se deben considerar también el ambiente y otros factores aparte de los genes, que podrían modificar el carácter'.
Este estudio divulgado hoy pero publicado en marzo en la revista Molecular Psychiatry es 'muy importante' por dos motivos, según los científicos.
Uno, porque los resultados apuntan a una nueva región en el cromosoma 2 con genes que contribuyen a la dislexia, y otro, porque ese gen o genes estarían vinculados con la rapidez de decodificación de palabras.
También, se proporciona 'la primera evidencia de identificación de influencias genéticas separadas' en las capacidades de destreza y niveles de codificación.
Los científicos usaron pseudo-palabras, que Berninger denomina términos 'jibberwacky', por su similitud a las sílabas sin sentido que usaba el autor de 'Alicia en el País de las Maravillas', Lewis Carroll, en su poema 'Jabberwocky', con sus juegos de palabras.
Se utilizaron pseudo-palabras como 'chimwoggle', 'meb' o 'crong' para estudiar la capacidad de vocalización de un grupo de chicos con dislexia y de sus familias, incluidos padres, abuelos, hermanos de hasta 6,5 años, tíos y tías; hasta un total de 874 personas.
Raskind y Wijsman usaron tres aproximaciones analíticas distintas para buscar influencias genéticas asociadas con la velocidad y destreza en la pronunciación de pseudo-palabras.
Al investigar la destreza, se detectaron cinco zonas potenciales vinculadas con cuatro cromosomas distintos, y respecto a la velocidad y destreza al mismo tiempo, se hallaron otras tres zonas relacionadas con distintos cromosomas.
Sin embargo, la señal del cromosoma 2 era la más intensa, particularmente cuando los investigadores analizaban sólo la velocidad y no la destreza en la decodificación.
En su opinión, las evidencias detectadas apuntan a una posible combinación de genes en los cromosomas 2, 10 y 11 que afectarían a la velocidad de lectura.
Terra
24/11/2005