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Casi todos los niños están escolarizados en España a los tres años, una edad a la que empiezan a aprender a leer y escribir, mucho antes que en países como Finlandia, donde se comienza a los siete.
A pesar de ello, y de que aquí hay más deberes y extraescolares que en la media de la OCDE, los resultados académicos son peores. Con más tareas a los críos les rinde mucho menos. Catherine L'Ecuyer sostiene que parte del problema es que los padres de ahora saturan a sus hijos desde que son bebés con aplicaciones para tabletas, idiomas y todo tipo de actividades que les apartan del juego, la naturaleza y el silencio.
Todo ello les causa una «sobrestimulación» que atrofia su capacidad de interesarse por el mundo y les predispone a la apatía y al fracaso escolar. Esta investigadora canadiense sobre educación infantil, que vive en Barcelona, sacó el jueves la novena edición de su libro Educar en el asombro.
¿Qué edad es la adecuada para empezar a aprender a leer y escribir?
Los siete años, que es cuando se tiene la madurez suficiente. Si adelantamos etapas, les ponemos en una situación de frustración que puede repercutir en su autoestima y crear una espiral de fracaso que afecta al desarrollo futuro del aprendizaje. Con más estímulos no conseguimos mejores resultados.
Quizá los padres se pasan con los estímulos. Cuenta en su libro que en un cumpleaños de un niño de ocho años la familia contrató a un catedrático para enseñar experimentos químicos, en vez de a un payaso...
El proceso de aprendizaje se hace desde dentro hacia afuera. Si suplantamos la estimulación natural del niño con estímulos desde fuera hacia adentro, sustituimos su proceso natural de descubrimiento del mundo y anulamos su capacidad de asombro. El niño se vuelve pasivo y llega un momento en que se hace adicto a la sobrestimulación.
Las clases de chino, piano o ballet muchas veces sirven para colocar al niño mientras los padres trabajan. ¿Cómo vivir sin extraescolares cuando no hay conciliación?
Siempre se ha planteado la conciliación como un derecho de la mujer y nunca hemos conseguido nada. Deberíamos plantearla como una necesidad para el buen desarrollo del niño. Las bajas por maternidad deben ser más largas y hay que cambiar los horarios para que la familia pueda verse. Ojalá los políticos tomen conciencia de esto: se juegan el futuro de las nuevas generaciones.
¿En España los niños tienen muchos deberes?
Yo me dedico a la educación infantil, una etapa donde no debería haber deberes, pero se los ponen a los cinco años, con la excusa de que son buenos para empezar a crear un hábito, cuando deberían jugar más. Cuando juegan encuentran retos que se ajustan a sus capacidades y ahí es cuando aprenden de verdad. En primaria no es normal que lleven mochilas que pesan más que ellos y que pasen cuatro horas con tareas que no son para su edad. Es absurdo que en el aula les pongan películas y luego lleguen a casa cargados de deberes. En Finlandia dedican cuatro veces menos tiempo a los deberes que en España y tienen mejores resultados en el Informe Pisa.
En su libro dice que varios ejecutivos de Silicon Valley han prohibido las tabletas a sus hijos. ¿Qué opina de las aplicaciones educativas?
Que no está comprobado que tengan beneficios para los niños. Las películas, los videojuegos, el ordenador, aunque sea con fines educativos, exigen poco esfuerzo mental. Hay niños que saben lo que es una vaca porque la ven en el iPad, pero nunca la han tocado ni olido.
¿Los niños deben aprender a aburrirse?
Aburrirse es buenísimo porque el juego brota precisamente de ese espacio en el que un niño no sabe qué hacer. En el aburrimiento se encuentra la chispa de la creatividad.
Educar en el asombro ¿cómo educar en un mundo frenético e hiperexigente?
El mundo
28/05/2014