El TDAH es un trastorno neurobiológico y que condiciona que los niños que lo padecen tengan dificultades para aprender a controlar su conducta.
Las principales manifestaciones son hiperactividad (se mueve en exceso o de manera inapropiada, habla mucho), impulsividad (actúa sin pensar) y falta de atención (muestra dificultades para concentrarse y acabar las tareas, principalmente si requieren de atención sostenida).
Estas manifestaciones propias del TDAH están presentes en mayor o menor grado en todos los niños durante sus primeros años de vida. Sin embargo, con el transcurso de los años y con la ayuda de pautas educativas correctas, los niños van adquiriendo la capacidad de autocontrol propia de cada etapa evolutiva. En los niños con TDAH no sucede lo mismo. En ellos perduran los patrones de conducta propios de edades inferiores.
El grado y duración de la hiperactividad, la impulsividad y el déficit de atención condicionarán que se considere o no que un niño padece un trastorno. La repercusión negativa de esta conducta debe darse en distintos ámbitos para que el diagnóstico sea de TDAH.
En los últimos años se ha hablado mucho del TDAH, incluso llegándose a decir que es un trastorno inventado. Numerosos estudios apuntan a un trastorno en el funcionamiento cerebral. Hoy disponemos de la información necesaria para realizar un diagnóstico y tratamiento que pueda mejorar mucho la vida de las personas que padecen TDAH y las de su entorno. Pocas tareas hay más difíciles que educar un niño que padece este trastorno.
Ahora bien, de vital importancia es que la persona que diagnostique el trastorno sea un profesional cualificado, esto evitará que se produzcan errores como creer que todos los niños con TDAH se mueven constantemente, o que todos los niños que se mueven constantemente tienen TDAH, facilitando así la implementación del tratamiento adecuado.
Este trastorno afecta a entre un 5 y un 10% de la población. Siempre se consideró que era un trastorno que afectaba únicamente a la edad infantil. Sin embargo, hoy se conoce que al menos en un 50% de los casos los síntomas persisten en el adulto.
Tiene un origen biológico. En el momento actual existen muchos estudios que demuestran la alteración del funcionamiento del llamado lóbulo prefrontal y las estructuras del sistema nervioso relacionadas con él (circuitos frontoestriados). Esta disfunción puede venir causada por factores genéticos, hecho que corroboran distintas líneas de trabajo y que parece ser la de mayor importancia. Sin embargo también se sopesan factores adquiridos y asociados a un mayor riesgo de TDAH. El consumo de tabaco y alcohol durante el embarazo es un factor de gran importancia, especialmente porque es evitable. Los bebés nacidos prematuramente y el bajo peso en el nacimiento también se han asociado a un mayor riesgo de padecer el trastorno.
Los pacientes diagnosticados con TDAH muestran comorbilidad, esto es la aparición de otro trastorno, en un porcentaje del 30-70%.
El diagnóstico correcto de los trastornos psiquiátricos es muy importante. A veces no es fácil distinguir un trastorno psiquiátrico asociado de las manifestaciones propias del TDAH. En el niño con un componente de impulsividad alto se dan rasgos de conducta desafiante y de incumplimiento de las normas que hay que distinguir de los que presentan otros trastornos de conducta. La valoración por parte de un profesional especializado es fundamental para un diagnóstico y manejo terapéutico adecuado.
Entre los trastornos del aprendizaje, la dislexia es el que con mayor frecuencia se asocia al TDAH
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7/11/2010