La pasada semana se celebró la III semana de sensibilización Europea del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Y con motivo de esta celebración, Fulgencio Madrid, presidente de la Federación Española de Asociación de Ayuda al TDAH (FEAADAH), y la Doctora María Jesús Mardomingo, presidenta de honor de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNYA), analizaron los principales problemas de las familias afectadas por este trastorno.
El TDAH es un trastorno crónico de origen neurológico que se desarrolla principalmente en la infancia. Según la evidencia científica, se trata de una de las patologías psiquiátricas mejor estudiadas por los profesionales de la medicina. Sin embargo, a pesar de tratarse de una patología con elevada prevalencia en la población infantil, está marcada por un gran estigma social, determinado por el desconocimiento de la población, la falta de profesionales especializados en el tema, la demora y los errores en el diagnóstico, y la ausencia y desigualdad de programas de prevención en la mayoría de las Comunidades Autónomas (CC.AA).
Para muchos es un “trastorno invisible” que afecta a muchas familias. Se estima que alrededor de un 5-7% de los niños en edad escolar tienen TDAH, aunque todavía existe un porcentaje muy alto de población infantil y adulta que está sin diagnosticar. Y al ser un trastorno crónico persiste en la edad adulta hasta en el 60% de quienes lo han padecido en la infancia y adolescencia.
¿Cuándo empezamos a sospechar que el niño tiene TDAH?
Los niños empiezan a manifestar los primeros síntomas de TDAH alrededor de los 3-4 años de edad. Sin embargo, no es hasta la etapa escolar cuando los padres recurren a la ayuda de un especialista, alrededor de los 7 años.
Los padres piensan que el niño puede tener algún problema intelectual porque va mal en la escuela, saca malas notas o no es capaz de seguir el curso como el resto de sus compañeros. Pero el problema real no son los problemas cognoscitivos del niño, ya que la mayoría tiene un coeficiente intelectual normal, sino esa dificultad para escuchar, atender y mantener la atención en clase. Cuando el periodo de atención en un estímulo no es suficientemente largo significa que no funcionan bien los procesos de la memoria. Entonces los conocimientos no se retienen y cuesta más aprender. Además, el 40% de los niños con TDAH puede tener trastornos específicos del aprendizaje o lo que es lo mismo trastornos asociados en la adquisición de la lectura (dislexia), escritura (disgrafía) y el cálculo (discalculia).
Su comportamiento en el colegio también es bastante complejo. Los niños con TDAH suelen interrumpir al profesor, son incapaces de permanecer quietos, se levantan constantemente en clase y su conducta con los compañeros es inestable, por lo que éstos no suelen contar con ellos a la hora de los juegos.
Todas estas circunstancias repercuten en las emociones del niño al ser rechazados por sus compañeros en el colegio (les cuesta hacer amigos), al sentirse que no valen en la escuela (experimentan una sensación de fracaso al no cumplir con las expectativas de padres y profesores) y en casa, día sí y día también están expuestos a las regañinas de sus progenitores. Esto hace que muchos de ellos desarrollen patologías asociadas a trastornos de ansiedad o depresión.
¿Cómo podemos ayudar a los niños con TDAH?
Los niños con TDAH no entienden lo que les ocurre. Por esta razón, conviene recurrir a la ayuda del especialista para que estudie cada caso concreto y establezca un diagnóstico definitivo. Una vez establecido el diagnóstico, el siguiente paso es iniciar un tratamiento adecuado para cada caso.
El tratamiento con TDAH combina la intervención farmacológica, psicológica y el apoyo pedagógico. “El tratamiento es eficaz en el 70-80% de los pacientes, mejorando el cuadro clínico, el rendimiento académico, la imagen personal, las relaciones con los compañeros y, por tanto, la adaptación social, y la interacción con la familia. Como consecuencia disminuye el estrés del niño, que se siente rechazado por su conducta, y el estrés de los padres“, señala la Dra. Mardomingo.
En cambio, la ausencia de diagnóstico y tratamiento en la infancia pueden tener consecuencias graves que van desde el fracaso escolar en la infancia, hasta dificultades laborales en la edad adulta, pasando por el desarrollo de conductas antisociales.
Por esta razón, la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención ha elaborado un manifiesto en el que señala la necesidad de reconocer a los escolares que padecen TDAH como alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo. Y, por otra parte, incluir los medicamentos para el TDAH, que son excesivamente costosos, en el grupo de aportación reducida debido al carácter crónico del trastorno.
Por último, la Comisión de Sanidad, Política Social y Consumo del Senado ha aprobado recientemente, y por unanimidad, tramitar una moción que inste al Gobierno a adoptar medidas que mejoren el abordaje de esta enfermedad y la situación de los afectados y familiares
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5/11/2010