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Los bebés que están comenzando a entender el lenguaje aprenden a escoger las palabras en medio del ruido de fondo que los rodea, descubriendo las propiedades que diferencian a cada palabra de otros sonidos, según una nueva investigación.
Linda B. Smith y Eliana Colunga, de la Universidad Indiana, en Bloomington, hallaron que los niños aprenden que las palabras provienen de la boca de los seres humanos, pero entienden que los ruidos considerados animales, como el "muuu" o el "guau, guau" pueden venir de una variedad de fuentes.
Estos resultados podrían ayudar a los investigadores a entender por qué ciertos niños tienen problemas para aprender el lenguaje, indicó el equipo.
En algunos casos, parece que los bebés aprenden lentamente el lenguaje porque sólo entienden las palabras dentro de ciertos contextos, como las que se dicen en una habitación específica o son pronunciadas por sus madres.
Es posible que a estos niños les haya sido difícil abandonar una serie de criterios asociados con palabras que no siempre les ayudan a distinguirlas de otros ruidos, indicó Smith.
Smith dijo a Reuters Health que los bebés están rodeados constantemente de ruido y otros fenómenos que dirigen su atención hacia los objetos, de los cuales ellos tienen que aprender a distinguir el nombre del objeto como "gato" o "helado".
Los hallazgos del presente estudio demuestran que los bebés aprenden a distinguir las palabras entre el ruido aprendiendo las propiedades que se aplican a las palabras. Por ejemplo, que siempre son emitidas por boca humana.
En contraste, dijo la científica, los sonidos animales pueden provenir de una variedad de fuentes: seres humanos, animales o incluso de un juguete.
"Si los niños escogen sistemáticamente, podrían ser capaces de saber que la palabra está saliendo de mi boca", explicó Smith. "Creemos que estos niños se hallan en cierto modo en el camino de desarrollar la idea que nosotros tenemos de lo que es una palabra", añadió.
Smith y Colunga basaron sus hallazgos en una serie de experimentos con 24 niños de 20 a 26 meses. Durante los experimentos, las investigadoras presentaron a los niños dos animales de juguete, usando un nuevo sonido para nombrar los objetos con los cuales el niño no estaba aún familiarizado.
Específicamente, las científicas intentaron nombrar el objeto usando la palabra "toma", el ruido de un motor o el croar de una rana.
Por ejemplo, cuando usaban la palabra toma, las investigadoras intentaron familiarizar a los bebés con el objeto diciéndoles: "mira esta toma. ¡Ah! ¿Ves esta toma? ¡Mira! Toma".
Smith y Colunga a continuación pidieron a los niños que escogieran el objeto que les habían presentado de dos que estaban sobre una bandeja. Esto se produjo después que las investigadoras repitieron la frase que los bebés habían oído por primera vez sobre el objeto.
Sin embargo, en algunas ocasiones, las frases se producían por una matraca.
Las científicas hallaron que los niños fueron mucho más propensos a escoger el objeto cuando se les decía una frase que contenía la palabra "toma" que cuando oían la frase producida por un instrumento.
En contraste, cuando las investigadoras usaron frases que contenían o bien el sonido animal o el del motor, los bebés parecían ser igualmente capaces de escoger el objeto, ya fuera que la sentencia se pronunciara en voz alta o se produjera por una matraca.
Las investigadoras presentaron sus hallazgos el sábado en la Reunión de la Sociedad de Ciencias Cognoscitivas en Fairfax, Virginia.
En una entrevista con Reuters Health, Smith explicó que los bebés aprenden con el tiempo qué propiedades distinguen las palabras de otros ruidos.
La investigadora indicó que si estos experimentos se hubieran realizados en bebés más pequeños, los bebés podrían haber asociado palabras a otros aspectos que a menudo acompañan a las palabras pero no las distinguen, como señalar con el dedo, u otros gestos con la mano.
Esto indicaría que los bebés no habían identificado aún las propiedades que distinguen a las palabras de otros ruidos en prácticamente todas las situaciones.
Además, la científica puntualizó que comprender las propiedades fundamentales por las cuales los bebés aprenden el lenguaje podría ayudar a los investigadores a entender cómo fabricar una máquina que hiciera lo mismo.
Fuente: Reuters.
23/09/2002